Cuando uno viene a la UEM, empiezan a pasar los días, y
los resultados van saliendo… todo empieza a ir sobre ruedas, y ¿que haces?
Pues te emocionas y te creces, por eso cuando uno
llega a un chasco como el de hoy conviene recordar de donde venimos para que la
decepción no sea tan traumática.
Ya que en la anterior entrada hablé de la filosofía por
la cual no debíamos obsesionarnos con el resultado final, fuera este bueno o
malo y sí del camino recorrido hasta llegar a ello, voy a tomar nota del Jose
que escribió la entrada 17 y me quedaré con las cosas buenas que me han
reportado todas estas semanas.
Me quedaré con todos los momentos compartidos con mi
grupo, con las ganas que hemos llegado esta mañana al auditorio, y con todo lo
bueno que cada miembro me ha entregado durante estos días.
Con la seriedad, los consejos y las ganas de
trabajar de Jaime, con la diligencia, la sonrisa y las grandes ideas de Mila,
con la ilusión y el punto de humor que Darío siempre me contagiaba, y con la
insistencia de Felipe por saber como prepararse para cada momento.
Es cierto que durante la presentación, falló todo lo
que podía fallar, pero me llevo la mochila cargada de cosas buenas, que pesan
mucho más que esos 5 estúpidos minutos encima del escenario.
Doy las gracias a todo mi equipo por aguantarme e
ilusionarme durante estos días.
Moraleja: Topalantismo siempre, total y absoluto.
Pd-Al menos las fotos salieron bien.