jueves, 8 de noviembre de 2012

Un discurso cualquiera



En la Edad Media un hombre no era un hombre sí no podía manejar una espada. Hoy en día la palabra es la espada. Un hombre no es un hombre sí no puede proyectar un pensamiento con poder.  John Wheeler, astrofísico, padre del término agujero negro
Esta mañana me estaba preguntando, ¿que poder tiene un gran orador?, alguien capaz de sentar a miles de personas en sus asientos, establecer contacto con ellos, cautivarles con sus palabras, transmitirles una idea asombrosa, trastocar su manera de pensar  y revolucionar sus sueños…
Tiene mucho poder, y un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
 
La pregunta es, ¿hace falta estar en un auditorio frente a dos mil personas para dar un buen discurso?.  
Mi respuesta es ¡NO!, basta con pensar en charlas emotivas con amigos en la cafetería, ese profesor que te marcó, ese entrenador que te hizo creer… un gran mensaje que transmitir, y alguien entregado con un deseo sincero de escuchar.

Para no perder las buenas costumbres os traigo una de mis escenas favoritas del cine, el discurso de un domingo cualquiera. A pesar de lo específico de la situación, podemos reconocer fácilmente, las partes de un buen discurso en la palabras de Al Pacino. (1)
Cautivar, razonar y atar, apertura donde capta atención, establece contacto visual, informa sobre intenciones. Desarrollo argumentado y conclusión con gran objetivo.
Ahora, mi recomendación es que veáis el video, y que salgáis a luchar por esas pulgadas.


1. Stone, Oliver. Un domingo cualquiera. [int.] Al Pacino. Warner Bros, 1999.