En la Edad Media
un hombre no era un hombre sí no podía manejar una espada. Hoy en día la
palabra es la espada. Un hombre no es un hombre sí no puede proyectar un
pensamiento con poder. John
Wheeler, astrofísico, padre del
término agujero negro
Esta mañana me
estaba preguntando, ¿que poder tiene un gran orador?, alguien capaz de sentar a
miles de personas en sus asientos, establecer contacto con ellos, cautivarles
con sus palabras, transmitirles una idea asombrosa, trastocar su manera de
pensar y revolucionar sus sueños…
Tiene mucho
poder, y un gran poder conlleva una
gran responsabilidad.
La pregunta es, ¿hace
falta estar en un auditorio frente a dos mil personas para dar un buen discurso?.
Mi respuesta es ¡NO!,
basta con pensar en charlas emotivas con amigos en la cafetería, ese profesor
que te marcó, ese entrenador que te hizo creer… un gran mensaje que transmitir,
y alguien entregado con un deseo sincero de escuchar.
Para no perder
las buenas costumbres os traigo una de mis escenas favoritas del cine, el
discurso de un domingo cualquiera. A pesar de lo específico de la situación,
podemos reconocer fácilmente, las partes de un buen discurso en la palabras de
Al Pacino. (1)
Cautivar, razonar
y atar, apertura donde capta atención, establece contacto visual, informa sobre
intenciones. Desarrollo argumentado y conclusión con gran objetivo.
Ahora, mi recomendación es que veáis el video, y que salgáis a luchar por esas pulgadas.
1. Stone, Oliver. Un domingo cualquiera. [int.]
Al Pacino. Warner Bros, 1999.
Una vez más, enhorabuena por tu entrada.
ResponderEliminarEl vídeo es realmente conmovedor. Un ejemplo a seguir para todo aquel buen comunicador que quiera dar un discurso.
Un saludo.
Espero que puedas ver pronto la película entera, para que charlemos de ella con un buen cafe entre manos.
ResponderEliminarGracias Lucas por leer las entradas y comentarlas.
Estoy deacuerdo que no hace falta auditorios con 2000 personas para efectuar un excelente discurso, pero por desgracia, son los que quedan para poder estudiarlos, por otro lado, por supuesto, cuantas conversaciones o diálogos se quedan por ahí realizadas por compañeros o profesionales.
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