Han
pasado unos días desde que presentamos nuestro proyecto en el auditorio.
He
tenido oportunidad de compartir impresiones con compañeros que nos vieron y especialmente
con nuestra directora de departamento.
María
José me intento convencer de que no estuvo tan mal, y aunque sé que lo que quería
era animarme, lo que me dijo sí que después de madurar en mi cabeza, me ha dado
que pensar.
Me
dijo, no estuvo tan mal, porque aunque nosotros acabamos muy frustrados de no poder
enseñar la mitad de las cosas que teníamos, el público eso no lo sabía.
Mi
sensación cuando terminó la presentación fue, ¡vaya castaña hemos hecho!, ¿que
pensará toda esta gente de nosotros?… con el paso de los días me repito esta
pregunta y la respuesta es bien distinta. Posiblemente esa gente no pensaba
nada, simplemente en ver la siguiente presentación.
Pero
entonces ¿por qué me puse tan de mala uva?
Pues porque esos pensamientos
negativos respecto de nuestra presentación, no eran del público, eran los míos
y quizá por eso es por lo que me dolía.
Lo que
intento transmitir es que esta situación se puede extrapolar fácilmente a
nuestro día a día. Los pensamientos negativos que muchas veces pensamos que
alguien puede tener acerca de nosotros, no son más que una
imagen negativa y destructiva que creamos de nosotros mismos, para castigarnos
por no haber hecho algo como deberíamos.
Reflexión:
Lo más importante es lo que tú piensas de ti mismo, así que hazte un favor y no
crees pensamientos negativos.
Así es compañero, y te lo dije si no me equivoco, aunque tu creas que todo ha fallado, la mayoría de los que os estábamos viendo no teníamos ni idea de como debía haber sido, por lo que esos fallos no los nota nadie tanto como vosotros.
ResponderEliminarun saludo
Estoy contigo Jose, y te dejo una reflexión sobre pensar o no pensar sobre ti mismo y lo que hacen los demás: Lo que es, es, y no puede dejar de ser, y lo que no es, no es, y no puede llegar a ser. Hoy estoy poco asertiva, como has podido comprobar...
ResponderEliminarHay que tener en cuenta, que como mejor se aprende es de los errores. Todos somos humanos y los nervios nos pueden jugar una mala pasada. Además, esta exposición no es la última, sino la primera de muchas otras que saldrán mejor y mejor.
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